A propósito del día de San Valentin, para no romper la magia del 14 de febrero, un día después del día de los enamorados en Oh Wao! te mostramos los efectos que cupido y su amor provocan en nuestros cerebros; para ello el neurólogo Leonardo Palacios explica cómo funciona químicamente el enamoramiento y el creador del primer marcapasos, Jorge Reynolds, explica qué tanto afecta al corazón.
Para muchas personas el enamoramiento se define como una cuestión emocional, romántica, poética. Otras afirman que es una situación psicológica, fácilmente explicable recurriendo a diferentes teorias que asi lo explican, dependiendo del “paciente”. Están quienes piensan que el amor es una tragedia, una sensación que no quisieran volver a experimentar y, finalmente, los que con argumentos advierten que se trata de un proceso biológico y químico, resultado de un coctel de hormonas liberado por el cerebro.
Entre ellos se encuentra Leonardo Palacios, neurólogo y profesor de la Universidad del Rosario. Según Palacios, el enamoramiento se puede dividir en tres etapas, todas causadas por la actividad de diferentes sustancias químicas que actúan en el cerebro, como los neurotransmisores, las hormonas y feromonas.
Pero antes de profundizar en sus fases, advierte el experto, es importante tener en cuenta que “la química no actúa espontáneamente”. Es decir, primero se juntan una serie de factores que activan el flujo de sustancias en el cerebro como el físico, la voz, el intelecto y hasta el estatus social; los cuales al encajar en el perfil inconsciente que cada persona crea a partir de las experiencias, el entorno y hasta las figuras paternas, desencadenan el inicio de la primera etapa: atracción y deseo.
En ella participan la testosterona y el estrógeno, hormonas producidas por el hombre y la mujer respectivamente, generando cambios en la conducta hacia la persona que despierta interés. “La vista sigue jugando un papel clave, sobre todo en el hombre, pues este sentido constituye la principal vía de excitación erótica”, señala, “mientras que a las mujeres son el olfato y el lenguaje los que las conquistan”.
Una vez establecido un vínculo con los sentidos es fácil pasar a la etapa del enamoramiento o amor pasional, quizá la más interesante según este neurólogo. Las personas comienzan a experimentar una serie de cambios en su fisiología que incluyen disminución del apetito, dificultad para conciliar el sueño o para concentrarse, sudor en las manos y hasta comienzan a ignorar los defectos de la pareja, llegando a pensar que es perfecta.
“Básicamente, el cerebro no actúa mentalmente bien”, dice Palacios. La principal culpable es la dopamina, una hormona y neurotransmisor que ayuda a controlar el placer. Y no es la única. También se incrementan los niveles del factor de crecimiento neuronal y los de la feniletilamina, una sustancia que está presente en el chocolate y que sería la responsable de esa sensación de disfrute que se produce al besar a la pareja. Este acto a su vez tiene efectos especiales, pues reduce los niveles de cortisol, que suelen incrementarse con el estrés.
Finalmente, esta etapa disminuye la producción de serotonina, una hormona que controla los pensamientos obsesivos. “Es por eso que los enamorados pasan el 85% del tiempo que están despiertos pensando en su pareja”, complementa el experto.
Se dice que este período puede durar máximo tres años, mientras los niveles hormonales se estabilizan. Y es entonces cuando inicia la fase final, la del amor verdadero, en la que dos hormonas son protagonistas.
La primera es la oxitocina, que puede ascender a niveles del 400% durante un orgasmo. La segunda es la vasopresina, llamada la “sustancia química de la monogamia”, pues distintas investigaciones han demostrado que al bloquearla los animales machos abandonan su pareja.
Jorge Reynolds, el colombiano inventor del primer marcapasos artificial, asegura que a pesar de que el corazón no tiene ninguna conexión sentimental con el enamoramiento, sí siente los efectos de toda la actividad que se presenta en la cabeza, pues, asegura, “debe subir su frecuencia cardíaca por orden del cerebro, que necesita mayor cantidad de oxígeno y nutrientes para trabajar sin correr riesgos”. Aunque, puntualiza, esto no tiene ninguna repercusión en la salud del órgano vital.
fuente:ElEspectador


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